domingo, 18 de noviembre de 2007

Cultura roja, rojita


Esta semana, los espacios del ahora llamado Parque Generalísimo Francisco de Miranda (otrora Rómulo Betancourt), conocido en la coloquialidad urbana como Parque del Este, fueron inundados de saber con la Feria Internacional del Libro.

El evento, debo reconocerlo, estuvo muy bien montado y se presta el hacerlo en unos espacios abiertos como los del parque. Ahora bien, la oferta de las editoriales y distribuidoras invitadas cada vez es más rojita, más afín al proceso, pues. Y yo no tengo nada en contra de que estén los libros y los autores más izquierdosos presentes, total, la mayoría de los escritores buenos juran ser socialistoides de alguna manera. Pero el equilibrio, ah el equilibrio... algo que ya no sabemos ni cómo es, por su puesto no estuvo presente. Sólo un veinte por ciento de la oferta, me atrevo a decir, era de temas de interés general, tú sabes, de esos que no tienen que ver con el proceso.

Pero si eso puede sonar algo patético, lo verdaderamente preocupante es la cantidad de gente que sí parecía estar fascinada con los temas y los autores vermellos. Es más, me llamó poderosamente la atención la cantidad de jóvenes que se mostraban muy interesados en saber porqué Estados Unidos no es una democracia o cuáles son las múltiples bondades de Cuba y, no podía faltar, cualquier cantidad de tópicos en torno al culto al Ché.

Bueno, yo igual compré un bojote de libros que entrarán en la cola de lectura de todos los libros que, estoy convencida, compro semanalmente motivada por una adicción heredada de mi padre y que ahora resulta que mi madre también la ha adquirido. No lo puedo evitar, lo disfruto demasiado. Debo confesar además que el tiempo invertido en comprarlos es parte importante del placer que después tendré leyéndolos.

Y mientras me dirigía al estacionamiento con mi cargamento no pude evitar sonreirme y pensar que si la feria motiva a la gente, a los jóvenes principalmente, a leer, que sea rojita es un mal menor.

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