domingo, 25 de noviembre de 2007

La Navidad llegó a la casa


Debo reconocer que en los últimos años por una u otra razón, la Navidad parece que se saltaba nuestra casa. Quiero decir, entre viajes y el ánimo caído con la situación de país y los procesos electorales, casi que se me olvidaba sacar aunque sea unos adornitos de San Nicolás y compañía, y nunca más volvimos a poner el arbolito.

Hoy, ante la insistencia de mi hija salimos al encuentro de nuestro pino perfecto. Ése que es gordito pero no muy alto, con ramas largas y frondosas. ¡Y, por su puesto, barato! En este punto no tenía muchas expectativas positivas. Una ronda previa por Las Mercedes me indicaba que los susodichos promediaban 60Bs.F (sí, de 600 mil bolos pa'rriba) y la verdad es que a esos precios parecía que íbamos a pasar una Navidad más sin arbolito.

Pero cuál fue nuestra sorpresa que en el segundo establecimiento que entramos estaba nuestro ideal. Tamaño, precio, todo. Lo avistamos desde el primer momento. Hasta estacionamos el carro justo a su lado. Era para nosotras. Lo peor es que casi no los quita otra clienta por dudar que era el perfecto y dar una ronda de reconocimiento al lote. Le agradezco enormemente que al final no los cediera.

La casa está impregnada con ese olor indiscutible del pino que nos hace soñar con latitudes más frías. La emoción de mi hija decorando el árbol no tiene precio. Y al encender los 400 bombillitos que lo adornan no pudimos evitar una exclamación de alegría infantil. Ya el Nacimiento, los Santas bailarines y los ángeles de ensueño acompañan nuestro pino. Decididamente, la Navidad este año sí llegó a casa.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Cerrando puertas, abriendo caminos


Dicen los psicólogos y afines que para poder evolucionar, para salir de esos pequeños huequitos (en algunos casos, troneras) en que parece que nos metemos a veces, uno tiene que hacer "closure". La palabrita es de lo más pegajosa y realmente no tiene una traducción exacta, pero es así como "cerrar capítulos".

El asunto es que el bendito closure funciona. Cuando dejamos asuntos pendientes por resolver, o cuando por aferrarnos a un recuerdo no construimos nuevas y mejores memorias, lo que hacemos es detener la evolución natural del ser humano. En realidad es muy simple. Todos vivimos experiencias buenas y malas, pero solemos dar más vueltas alrededor de las malas que de las buenas. ¿Masoquismo generalizado de la raza humana? No. Es que no sabemos hacer closure.

Y tendemos a "arrastrar la cobija" consciente o inconscientemente más tiempo del que necesitamos para verdaderamente sanar o por lo menos poner las cosas en perspectiva, y darles su justo peso en nuestra cuenta de angustias existenciales y demás profundidades.

Ah, pero para hacer closure -y aquí viene la parte tricky- hay que estar dispuesto a pasar la página, para lo cual tenemos que poder visualizarnos cómo seríamos si tuviéramos la oportunidad de escribir una nueva página, empezar un nuevo capítulo.

Esta madrugada logré hacer finalmente "closure" en un capítulo de mi vida. ¡Uff! Amanecí como con tres kilos menos. Livianita, pues. Revitalizada. El asunto me tomó como mes y medio, no se crean que la cosa fue soplar y hacer botellas. Pero qué increíble sensación de libertad, de control sobre mi vida.

Y en esta nota que he estado todo el día ante tal logro, no pude evitar pensar: ¿Cómo será el día en que Venezuela haga closure del funesto capítulo llamado "proceso mesmo"? Me lo imagino como aquella canción de Ilan Chester que dice, "comenzó una mañana diferente a todas las otras que he visto pasar... ayayay, qué felicidad, no importa la raza, no importa el color... ¡el amor llegó a mi ciudad!"

martes, 20 de noviembre de 2007

¡S.O.S.! Sálvenme de las encuestas

Hoy estuve en una reunión donde un expositor de una muy reconocida encuestadora venezolana nos daba su panorama general del país, proyecciones electorales y financieras incluidas. Es como la quinta reunión de este tipo que he asistido en el último mes y tengo agendadas unas cuantas más antes del 2D.

Mientras más oigo a estos llamados expertos sobre el acontecer general de nuestra revolucionada nación, más me convenzo que aquí el único que sabe pa' dónde vamos es el todo poderoso y ser supremo bolivariano "mesmo". Y es que plantearnos escenarios cuando hay tantas variables que tomar en cuenta -entre ellas que a la gente, en general, lo que no es inmediato como que no hace click-, así como el simple dinamismo de la idiosincrasia venezolana, no permite sino especular sobre los riesgos de múltiples escenarios sobre los cuales no recomendaría que hiciéramos ninguna apuesta en particular.

Lo que sí está claro es que las encuestas no ganan elecciones ni tumban gobiernos. Son sólo fotografías de un momento particular, tendencias que cada bando interpreta a su mejor conveniencia. Y ése no puede ser el argumento con el cual se basa la estrategia para mandar a votar o abstenerse. O para pensar que "ahora sí el tipo está preocupado"...

Por mi parte, asistiré a todas las presentaciones con los gurús de la sociopolítica nacional que me han invitado. Pero más por cumplir con quienes gentilmente me han extendido la invitación y por el vinito que no falta después para comentar lo bueno o malo que nos pareció la charla. Del resto, mi memoria está llena y ya no proceso más datos electorales. Hay que ir a votar porque hay que ir a votar. Y hay un riesgo más que claro que podemos perder el referendum. Y el país no se acaba al día siguiente y la lucha continúa. Porque el que todavía no se haya dado cuenta que esto es una pelea de largo plazo está pelando y no precisamente cebollas.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Cultura roja, rojita


Esta semana, los espacios del ahora llamado Parque Generalísimo Francisco de Miranda (otrora Rómulo Betancourt), conocido en la coloquialidad urbana como Parque del Este, fueron inundados de saber con la Feria Internacional del Libro.

El evento, debo reconocerlo, estuvo muy bien montado y se presta el hacerlo en unos espacios abiertos como los del parque. Ahora bien, la oferta de las editoriales y distribuidoras invitadas cada vez es más rojita, más afín al proceso, pues. Y yo no tengo nada en contra de que estén los libros y los autores más izquierdosos presentes, total, la mayoría de los escritores buenos juran ser socialistoides de alguna manera. Pero el equilibrio, ah el equilibrio... algo que ya no sabemos ni cómo es, por su puesto no estuvo presente. Sólo un veinte por ciento de la oferta, me atrevo a decir, era de temas de interés general, tú sabes, de esos que no tienen que ver con el proceso.

Pero si eso puede sonar algo patético, lo verdaderamente preocupante es la cantidad de gente que sí parecía estar fascinada con los temas y los autores vermellos. Es más, me llamó poderosamente la atención la cantidad de jóvenes que se mostraban muy interesados en saber porqué Estados Unidos no es una democracia o cuáles son las múltiples bondades de Cuba y, no podía faltar, cualquier cantidad de tópicos en torno al culto al Ché.

Bueno, yo igual compré un bojote de libros que entrarán en la cola de lectura de todos los libros que, estoy convencida, compro semanalmente motivada por una adicción heredada de mi padre y que ahora resulta que mi madre también la ha adquirido. No lo puedo evitar, lo disfruto demasiado. Debo confesar además que el tiempo invertido en comprarlos es parte importante del placer que después tendré leyéndolos.

Y mientras me dirigía al estacionamiento con mi cargamento no pude evitar sonreirme y pensar que si la feria motiva a la gente, a los jóvenes principalmente, a leer, que sea rojita es un mal menor.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Cemetery Shopping Mall


Cuando estoy de viaje suelo incursionar en los mercados populares en busca de esa artesanía especial o simplemente de alguna buena oferta, pero confieso que no soy muy dada a hacer lo mismo en esta ciudad loca que llamamos capital. Hoy, sin embargo, madrugué y con dos amigas fuimos decididas a hacer "shopping" al mercado municipal del Cementerio.

Con la pinta apropiada -mono deportivo, franela y zapatos de goma, acompañados de la minicartera cruzada- llegamos tempranito, antes de que se formara el bululú y lo primero que me llamó la atención fue las cinco cuadras totalmente tomadas por los buhoneros que debimos caminar desde donde nos dejó el taxi, ya plenamente funcionando antes de que el sol comenzara a calentar. Una extraordinaria oferta de la mercancía más variada.

Una vez dentro del mercado, me topé con el paraíso de cualquier compradora compulsiva. No sólo hay una extensa variedad de modelos, sino que en general son de buena calidad. Y los precios, ¡nada que ver con el este de la ciudad! Lo único poco conveniente es que muy pocos puestos cuentan con probadores. Del resto, hasta punto de pago electrónico tienen una gran mayoría de los establecimientos.

Disfruté enormemente la jornada, la cual resultó sumamente exitosa: dos blusas de algodón muy lindas y una de vestir negra, dramática por supuesto, más un juego espectacular de collar y zarcillos. Ah, y por aquello de que no puedo evitar la mentalidad de mamá, a mi gorda también le salió su regalito.

Después de esta experiencia, sólo puedo decir, ¡prepárate Guacaipuro, que tú sigues en la lista!

miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿Arar en el mar?


El tema de la reforma constitucional es altamente preocupante. No sólo por las implicaciones a nuestra vida futura en caso de aprobarse, sino porque a estas alturas del campeonato los partidarios del "Sí" tienen montada tremenda infraestructura y campaña -a costa de los dineros públicos, no duda-, y el "No" pareciera que depende sólo de los estudiantes y los radicales talibanes de la oposición.

¿Dónde está el resto del país? Y no me refiero a pronuciamientos. El empresariado, las universidades, la Iglesia han sido muy contundentes en sus mensajes. Me refiero al ciudadano común, a Juan Bimba, pues. ¿Es que la gente todavía no entiende lo que nos estamos jugando? Aquí estamos todavía pensando si votamos o no. ¡Señores! Eso ni se discute. Hay que votar. No importa en que no creamos en el CNE y que nos huela a fraude el asunto. El voto es la única arma que tenemos. El voto los pone nerviosos. El voto los hace cometer errores. El voto es lo que les recuerda que hay una parte importante de país y de pueblo que no "se la cala".

Con el referendo no vamos a salir de Chávez, pero lo vamos a incomodar. Lo que hay que asegurar, además de la participación en las urnas, es la presencia de testigos en las mesas. Es la cuota de sacrificio que cada uno de nosotros debe poner. Postúlate como testigo por el "No" y defiende el voto. Y motiva a votar a todo el que conozcas: tu familia, tus amigos, tus colegas, hasta el mensajero y el taxista. A todos. ¡Empieza ya!