viernes, 7 de diciembre de 2007

De rumbas, bonches y afines


No sé si será el almanaque, o si simplemente diez rumbas seguidas son mucho para cualquier cuerpo, pero el hecho es que necesito un break de las celebraciones pre-navideñas. Too much for me!

No se trata sólo de la ingesta etílica, que ha llegado a niveles cercanos a la autocombustión, sino de las pintas que no se pueden repetir, la obligante sesión de peluquería, la conversación larga y amena con quienes probablemente habíamos cruzado sólo un par de palabras en el resto del año, echar uno que otro pie... en fin, ¡rumbear es extenuante!

Pero qué rico poder compartir con amigos, colegas, y hasta gente que apenas empezamos a conocer cuando se está en un ambiente de relax y exceso sibarita. Y es que el venezolano es sin duda experto en fiestas; no importa lo sencillo o extravagante que sea, seguro que el bonche es bueno. Lo único que hace falta es una bebida espirituosa, uno que otro tequeño y lo demás lo pone la compañía, ese espíritu autóctono que nos conduce a armar una juerga donde estén más de dos personas reunidas.

Así que lo que me queda es sacar fuerzas de no se dónde y seguir disfrutando de estas celebraciones que nos recuerdan que compartir sigue siendo lo más importante de las navidades.

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