
Tuve el privilegio de ver al gran BB King en concierto el fin de semana pasado en Miami junto con mi hija quinceañera. No sé si estaba más emocionada por ver a una extraordinaria leyenda actuar en vivo o por ver a mi hija gritando de emoción, totalmente embebida en una música que no tiene nada que ver con su generación, pero que tiene la capacidad de moverle igualmente las fibras más sensibles de la sonoridad.
Fue un concierto fabuloso. Es un artista único. Entregado a su público. Sencillo. Con un delicioso sentido del humor. Pero sobre todo, es un gran músico. Lleno de vitalidad y expresividad. Una velada como pocas. Una suerte haberlo visto. Un recuerdo maravilloso para mí y mi hija que perdurará mucho tiempo.
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