viernes, 1 de febrero de 2008

¡Ay, qué noche tan preciosa!

Esta semana cumplí años. La celebración del día que nacimos es un ritual que no comparto mucho. Me parece más apropiado celebrar todos los días que vivimos, más que recordar cuándo fue que llegamos a esta Tierra. Vivir a plenitud cada día es más reconfortante que el bonche y la tortica de un sólo día -lo cual de paso nos recuerda que las canitas se están haciendo más abundantes y que dentro de poco tendremos que considerar el botox como una opción necesaria.

Al final, el día del cumpleaños termina siendo más una reflexión sobre lo que hemos alcanzado que otra cosa. Pero en realidad debería ser un día para meditar sobre dónde estamos hoy y dónde queremos estar mañana. Porque sobre eso es lo que tenemos control. Lo pasado, pasado es. Yo he vivido una vida plena, con sus altos y bajos, pero muy rica en emociones y experiencias. Sin embargo, ahora es que tengo planes y cosas por hacer, conocer, vivir, sentir. Y ésa es mi verdadera celebración. El entusiasmo por lo que viene. La infinita oportunidad del descubrimiento continuo.

Esa noche, mientras un desafinado, pero bien intencionado coro entonaba "Ay, qué noche tan preciosa", no pensaba en los años que cumplí, sino en los que voy a cumplir. Y eso sí me emocionó.

1 comentario:

Juan Antonio dijo...

Espero que sean muy felices los años que te faltan por vivir.

Materia prima la tienes de sobra para conseguirlo.

Te deseo suerte y buen tino para saber elegir bien entre todas las opciones que se te presenten.

Saludos