
Y no importa cuánto esfuerzo hagas tú y tus secuaces para decir que no hay escasez sino "acaparamiento" por parte de los oligarcas empresarios, el hecho es que ya es obvio hasta para el más convencido del "proceso" de que lo que está fallando son las políticas económicas y que los controles excesivos están pasando factura.
Y si a eso le sumamos la inflación acelerada, el desempleo, el desastre de los hospitales, todos los gremios reclamando reivindicaciones laborales y pare usted de contar, la cosa no está nada bonita. Es más, es sumamente preocupante. Porque están servidos todos los elementos para una explosión social. En cualquier momento. Y Comandante, ni tú ni los que estamos en la otra acera estamos preparados para eso.
A menos que ése sea precisamente el juego al que estás apostando. Para tener la excusa de retrasar las elecciones y reinventar -otra vez- a la robolución, perdón, revolución. Ah, por cierto, te convendría igualmente que los trapitos de sus pugnas internas no se ventilaran en público, porque los heridos de esas reyertas por alguna extraña razón terminan todos declarando voluntariamente en Globovisión. ¿Curioso, no?
Un reconocido político me dijo ayer una interesante reflexión. Al Supremo se le enredaron al mismo tiempo tres ejes: el panorama internacional con el tema de Colombia y la ExxonMobil; la crisis económica, pues ya los dólares no dan para tanta gastadera desenfrenada, y la situación social ante un escenario de carestía. Pero él añadía un cuarto eje: la locura presidencial, que ya es obvia hasta para los que no somos psiquiatras.
¡Dios nos agarre confesados!